Abogado de profesión, militante de la causa obrera, Alfredo Palacios  fue el primer diputado socialista de América.

El domingo 13 de marzo de 1904 se respiraban renovados aires electorales en todo el radio metropolitano de Buenos Aires, pero eran especialmente álgidos en el barrio de La Boca, ámbito geográfico de la 4ª circunscripción electoral, proletario e inmigrante, masivamente de origen italiano. La convocatoria por distrito era un recurso del régimen conservador, que trataba así de incorporar nuevas voces al Congreso, sin resignar su hegemonía.

En La Boca, un joven abogado “defensor de pobres” se postula como candidato a diputado por el Partido Socialista Argentino. El socialista, que pese a todo venía haciendo una muy buena elección, se ve favorecido por ese caudal de votos “prestados” y se alza con la victoria, sin vueltas. Esa noche, hay fiesta en los conventillos y en las calles de La Boca. Se canta el “Himno de los trabajadores”. Se festeja que un representante de los suyos va a ocupar un lugar en el Congreso. Su nombre es Alfredo Palacios, y su consagración  adquirirá relieve continental. Será, por siempre, “el primer diputado socialista de América”.

Su inquietud por los desposeídos, los huérfanos y las mujeres, que va a desarrollar a lo largo de una dilatada y prolífica tarea legislativa, le viene de cuna. Nacido en 1879, es hijo de Aurelio Palacios, distinguido abogado y ajetreado político, y la oriental Ana Ramón.

También incursiona en el periodismo. Escribe para El diarito, un vespertino que basa su éxito en el precio de tapa de dos centavos, justo el vuelto de la moneda de diez para pagar el tranvía. De ahí, el futuro abogado saca los ingresos necesarios para afrontar sus gastos de estudiante de la Facultad de Derecho.

Su tesis doctoral, presentada en la alborada del siglo XX, se titula “La miseria. Estudio administrativo-legal”. Previsiblemente, cuestiona la propiedad privada de los medios de producción, despotrica contra las sociedades de beneficencia y plantea, como novedad, las causas de las enfermedades de origen laboral.

Sus inquietudes y desvelos tienen plena vigencia: la explotación del trabajo de mujeres y niños, la función social de la universidad, la unidad latinoamericana, la intervención económica del Estado, el salario mínimo vital y móvil ajustable por inflación. Su último proyecto proponía la prohibición de desalojos de villas de emergencia durante cinco años.

Alfredo Palacios fallece el 20 de abril de 1965 pero quedó en la historia.

Fuente: Caras y Caretas

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