1º de diciembre de 1828 el general unitario Juan Galo de Lavalle encabezó una sublevación contra el gobierno del coronel Manuel Dorrego a quien depuso. Pocos días más tarde Dorrego fue capturado y condenado a muerte sin proceso ni juicio previo. A continuación hemos incluido un extracto del libro Los mitos de la historia argentina 2 de Felipe Pigna:

Los integrantes del grupo rivadaviano, primeros endeudadores del país, tras dejar a un Estado nacional en ruinas con una situación internacional gravísima y una guerra ganada en los campos de batalla pero perdida en los papeles, se retiraron del gobierno, pero no del poder. Le dejaron a Manuel Dorrego una maldita herencia con mínimos márgenes para innovar o cambiar el rumbo de la economía y la política.

Dorrego, enfrentando poderosos intereses tratará de torcer lo que muchos imaginaban como un destino manifiesto del fracaso nacional. Suspenderá el pago de la deuda, aplicará medidas de gobierno en defensa de los sectores populares e intentará una política de acercamiento con los gobernadores de provincia buscando evitar el naufragio y la disolución de la nación.

Una de sus primeras medidas la dictó a favor de los que siempre fueron objeto de su preocupación: se interesó por la suerte de los gauchos y peones de estancias, que padecían los efectos de la leva, sistema usado para el reclutamiento de las tropas de línea y milicias de fronteras. Dorrego, que venía oponiéndose sin éxito a la leva forzosa desde sus años de representante, decidió abolirla.

El principal objetivo de la política financiera de Dorrego fue terminar con la especulación que tenía como sede al Banco Nacional creado por los rivadavianos. Resultaba imposible seguir endeudando al país.

En favor de las clases populares, fijó precios máximos sobre el pan y la carne para bajar la presión del costo de la vida y prohibió el monopolio de los productos de primera necesidad. Tuvo éxito y en febrero y marzo de 1828 el peso recuperó casi todo el valor que había perdido.

El 13 de diciembre, Lavalle fusiló a Dorrego y así lo anunció en un bando destinado a pasar a la historia: “Participo al gobierno delegado que el coronel Dorrego acaba de ser fusilado por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia juzgará imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido morir o no morir, y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público”.

Fuente: El historiador, fragmento adaptado de Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina 2.

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